Decidir la religión solo
por el nacimiento, es como si decidieras tu futuro por el I Ching, o yendo al
astrólogo, como si decidieras tu futuro por las estrellas, o por el Tarot.
Estas no son decisiones, son
trucos para no decidir.
Otra persona decide por ti.
El libro del I Ching fue
escrito hace cinco mil años;
alguien, ya nadie sabe su
nombre, está decidiendo por ti.
Le pides a gente que ha
muerto hace mucho tiempo que decida por ti.
Le pides al pasado que decida
tu futuro.
Pero en cierto modo es
útil, ya que no necesitas decidir más.
Si eres hindú solo por
nacimiento... entonces no lo has decidido.
Tu discipulado no es
discipulado, es decidofobia.
Y..
No tienes más que darte
cuenta de esto:
para las cosas mínimas
piensas mucho, y para las cosas grandes no piensas en absoluto.
Cuando vas al mercado a
comprar ropa, tú eres el que decides;
cosas ordinarias, triviales,
tú eres el que decides.
En las cosas pequeñas
–comprar ropa, pasta de dientes o jabón– tú eres el que decides.
En la religión, Dios, la
meditación, la oración, dejas que alguien más decida por ti.
En las cosas grandes
quieres ir con una venda en los ojos, y la tradición trabaja con una venda en
los ojos.
Las personas que no han
nacido ciegas, se vuelven prácticamente ciegas por ir con una venda en los
ojos.
Tienen anteojeras en los
ojos.
Las anteojeras de unos se
conocen como hindúes, las de otros como cristianas, las de otros como
jainistas, pero todas son anteojeras, vendas de ojos, que la sociedad te ha
dado porque tienes miedo de abrir los ojos.
De modo que mejor dejas que otra persona
decida;
así te libras de la responsabilidad, y
puedes decir:
Soy obediente.
La tradición es maravillosa,
yo solo sigo la tradición.
El pasado es maravilloso, y yo
sigo el pasado.
Puedes racionalizar estas
cosas, pero esto NO ES discipulado.
El discipulado es siempre una
elección personal.
Por ejemplo, tú estás aquí:
Yo no soy ni
cristiano, ni hindú, ni musulmán, ni jainista, ni budista, y si decides venir
conmigo, será una decisión.
Si padeces
decidofobia, no podrás venir conmigo;
permanecerás en tu
redil en el que naciste accidentalmente.
Una vez que
decidas, y «decidir» significa que tú eres el que tiene que decidir, la
responsabilidad será tuya y personal, será un compromiso.
Y yo sé que decidir es algo
muy difícil;
por tanto, hace falta mucha
valentía.
Puedes ser hindú
fácilmente;
puedes ser
cristiano fácilmente.
Pero para caminar conmigo
tendrás que abandonar tu decidofobia.
Solo entonces te
convertirás en un discípulo.
OSHO