lunes, 30 de septiembre de 2013

PARA LAS COSAS MÍNIMAS PIENSAS MUCHO Y PARA LAS COSAS GRANDES NO PIENSAS EN ABSOLUTO



 
 




Decidir la religión solo por el nacimiento, es como si decidieras tu futuro por el I Ching, o yendo al astrólogo, como si decidieras tu futuro por las estrellas, o por el Tarot.
 
Estas no son decisiones, son trucos para no decidir.
 
Otra persona decide por ti.
 
El libro del I Ching fue escrito hace cinco mil años;
alguien, ya nadie sabe su nombre, está decidiendo por ti.
 
Le pides a gente que ha muerto hace mucho tiempo que decida por ti.
 
Le pides al pasado que decida tu futuro.
 
Pero en cierto modo es útil, ya que no necesitas decidir más.
 
Si eres hindú solo por nacimiento... entonces no lo has decidido.
 
Tu discipulado no es discipulado, es decidofobia.
 
Y..
 
No tienes más que darte cuenta de esto:
para las cosas mínimas piensas mucho, y para las cosas grandes no piensas en absoluto.
 
Cuando vas al mercado a comprar ropa, tú eres el que decides;
cosas ordinarias, triviales, tú eres el que decides.
 
En las cosas pequeñas –comprar ropa, pasta de dientes o jabón– tú eres el que decides.
 
En la religión, Dios, la meditación, la oración, dejas que alguien más decida por ti.
 
En las cosas grandes quieres ir con una venda en los ojos, y la tradición trabaja con una venda en los ojos.
 
Las personas que no han nacido ciegas, se vuelven prácticamente ciegas por ir con una venda en los ojos.
 
Tienen anteojeras en los ojos.
 
Las anteojeras de unos se conocen como hindúes, las de otros como cristianas, las de otros como jainistas, pero todas son anteojeras, vendas de ojos, que la sociedad te ha dado porque tienes miedo de abrir los ojos.
 
De modo que mejor dejas que otra persona decida;
así te libras de la responsabilidad, y puedes decir:
 
Soy obediente.
 
La tradición es maravillosa, yo solo sigo la tradición.
 
El pasado es maravilloso, y yo sigo el pasado.
 
Puedes racionalizar estas cosas, pero esto NO ES discipulado.
 
El discipulado es siempre una elección personal.
 
Por ejemplo, tú estás aquí:
 
Yo no soy ni cristiano, ni hindú, ni musulmán, ni jainista, ni budista, y si decides venir conmigo, será una decisión.
 
Si padeces decidofobia, no podrás venir conmigo;
permanecerás en tu redil en el que naciste accidentalmente.
 
Una vez que decidas, y «decidir» significa que tú eres el que tiene que decidir, la responsabilidad será tuya y personal, será un compromiso.
 
Y yo sé que decidir es algo muy difícil;
por tanto, hace falta mucha valentía.
 
Puedes ser hindú fácilmente;
puedes ser cristiano fácilmente.
 
Pero para caminar conmigo tendrás que abandonar tu decidofobia.
 
Solo entonces te convertirás en un discípulo.
 
OSHO