La energía divina no trabaja tomando en consideración a nadie.
De hecho, no es apropiado decir
«la energía de Dios».
En lugar de ello debemos decir:
«Dios es energía».
Dios no piensa cómo tiene que comportarse con usted;
tiene su propia ley eterna, y esta es la religión.
Si usted se comporta con discernimiento, comprensión y de conformidad con esta energía, ésta se convierte en gracia para usted;
no por parte de ella, sino por causa de usted.
Si obra de forma opuesta, si se opone a las leyes de la energía, no habrá ninguna gracia.
En este caso, no es que Dios le retire la gracia, sino que será por su causa.
De modo que será un error considerar a Dios como persona.
Dios no es una persona, sino una energía;
por lo tanto, la oración y la adoración carecen de significado.
No tiene significado tener expectativas acerca de Dios.
Este concepto de Dios como persona ha causado muchos problemas.
La mente desearía que fuese una persona, con objeto de poder transferir sobre él toda responsabilidad, y habiéndolo hecho responsable, comenzar a cargarlo con todas las pequeñeces.
Si una persona encuentra trabajo, le da gracias a Dios;
si lo pierde, se enfurece con él.
Si a alguien le sale una verruga, sospecha que es obra de Dios;
si se cura, se lo agradece.
Nunca nos damos cuenta de cómo estamos utilizando a Dios;
ni siquiera nos paramos a pensar cuan egocéntrica es nuestra actitud cuando asumimos que Dios ha de preocuparse hasta de nuestras verrugas.
Si perdemos una moneda en el camino y luego la encontramos, decimos:
«La he encontrado por la gracia de Dios».
Deseamos que Dios lleve nuestras cuentas hasta el último céntimo.
Esta idea satisface nuestra mente, porque entonces podemos permanecer en el centro del universo.
Pero nuestros negocios con Dios son similares a los de un;
sirviente y su amo.
Esperamos de él que mantenga la guardia en nuestra puerta, y que vigile nuestras pertenencias hasta la última moneda.
La ventaja de considerar a Dios como persona es que podemos atribuirle las responsabilidades.
Pero un buscador mantiene la responsabilidad sobre sí.
De hecho, ser un buscador significa no hacer responsable de nada a nadie excepto a uno mismo.
Si hay tristeza en mi vida, soy responsable, y si hay felicidad también soy responsable.
Si soy tranquilo, soy yo el responsable de ello;
si no tengo sosiego, yo me lo he trabajado.
No hay otro responsable más que yo por cualquier estado en el que me halle.
OSHO